La mayoría de las personas, por no decir todas, estamos transitando por un tiempo acelerado de cambios intensos, profundos, desafiantes.
El camino que he elegido para transitar los cambios, desde hace muchos años, es el de ESTAR integrada con la Naturaleza, en su más extenso sentido.
Sentido de SENTIR, buscando percibirla en todos los lugares por los que me desplazo, buscándola en un charco de agua, en el cielo azul, el vuelo de las palomas. o en la hoja seca que cuelga de un suspiro.
Antes de entenderlo y darme cuenta, lo he sentido, con la intensidad vívida de la selva y el salar.
Es la conexión mas allá de las palabras, digamos entrar al universo de las vibraciones, en una percepción vibracional, cuando se hace silencio en la mente y se escucha el decir de las hojas en su vibrar único.
Es entregarse a un vacío, que necesita de el despojamiento del ropaje del ego.
Y en esa propia entrega, descubro infinitos universos, cargados de la magia de su propia existencia.
¿Agua en un Salar? El agua sostiene la sal, no la disuelve? Mi cuerpo es casi 90% agua.
Me uno sin disolverme. Ese es el CAMBIO.